La gran noche de la Cámara

Wanderlino Arruda

Podría haber sido una reunión como cualquier otra, pero no fue. Era la noche de uns viernes diecisiete, con apenas un asunto en la pauta, sin que la asistencia fuera obligatoria. El orden del día era la entrega de un diploma de ciudadanía, como ya había sido hecho a centenas de personas en los últimos años, a todo tipo de gente, de mucho o de algún mérito, pero nunca de ninguno.

Presentes, una minoría de vereadores, toda la administración y un buen número de trabajadores del Banco del Brasil, el Secretario de la Administración Municipal, el Presidente del Sindicato de los Bancarios, el Padre Murta, una buena cantidad vecinos de la calle Cairo, hijos y yernos del ciudadano homenajeado, Roque Ferreira Barreto.

Un auditorio, para decir verdad, abarrotado, todos los asientos ocupados, mucha gente de pie. De los periodistas sólo uno, pero muy ilustre: Haroldo Livio de Oliveira.

Un buen escenario para un gran acontecimiento.

¿Es la entrega del diploma de ciudadano honorario de Montes Claros lo que hace una sesión importante? La respuesta lógica es que no, tantas veces la ceremonia ya fue repetida. Tantos fueron los discursos de agradecimiento, siempre la misma retórica, tantos los saludos de los autores de los proyectos, constantes los mismos argumentos biográficos.

La prensa ni le concede más atención, no val allá, no da la noticia, parece hasta un pacto de olvido deliberado ¿Será que se ciudadano de Montes Claros ya no significa algo a más? ¿Será que el HONORARIO ya no es más un asunto de mucha honra?

Es una incógnita para los matemáticos de las encuestas de opinión, pues cuando el asunto no rinde a notición, es necesario investigarlo aunque sea por simple curiosidad. O, ¿hay una campaña sorda y silenciosa contra los homenajes de la Cámara?

Mire el lector como tengo razón en lo que estoy escribiendo sobre ese asunto. Es que la reunión del diploma de Roque Barreto no fue una sesión común, fue una apoteosis, en la que estuvo presente hasta mi amigo Jair Caldeira, por cierto uno de los más entusiasmados.

Todo listo en materia de promoción, haláguese más una vez a Roque como el relaciones públicas del año, no faltó un solo detalhe por parte del público, ya que la Cámara ni podría sospechar del banquete cívico que convocara. Es que los amigos y colegas del nuevo ciudadano no fueron allá de juego, Ilevaron el asunto a serio, comenzando por la puntualidad. A la hora marcada, el local ya estaba Ileno, con Roque sin saber si se quedaba sentado o de pie, tantos invitados había para recibir y dar una palmada en las espaldas.

Desde el punto de vista personal, es bueno aclarar que el discurso de Roque ya estaba listo hacía dos meses, mecanografiado a tres espacios, cinta nueva en la máquina de escribir para quedar más visible, en letra grande, vocabulario escogido, frases cortas, puntuación equilibrada, lugares marcados para gesticulación, tiempo cronometrado, todo planificado como si fueses el discurso del trono de Inglaterra.

La indumentaria del dueño de la fiesta fue nuestro asunto más importante del último mes: el color del traje, un azul entre azul y plomo, la camisa, la corbata de crochet con matices ultramarinos, las medias con destaques en relieve, los zapatos de pellica negra nuevos y bien pulidos. Todo nuevo hasta el pañuelo y el calzoncillo. El nudo de la corbata y el cuello fueron objeto de mucho cuidado hasta última hora, segundos antes de ser recibido por la comisión introductora compuesta por los concejales Claudio Y Pimentel.

Las presencias del padre Murta, representante del poder espiritual; de Luiz Modesto y José Lucio, del poder económico, de José Maria del poder ejecutivo, de Juárez Antunes del poder sindical, de los vecinos y familiares, del poder del amor, de la propia Cámara como poder legislativo y nuestra, hablo en nombre de casi una centena de funcionarios del Banco del Brasil – el mayor poder de apoyo y de aplausos que un bahiano de Amargosa puede recibir en vida.

Nada faltó, o casí nada, notada apenas la ausencia de Ildeu Gonzaga, quien podría haber dado un show aparte. Fue una noche de gloria, de emoción nunca antes vista, nunca oída o palpada. Fue como si cada uno estuviese conectado a una antena de sensibilidad.

Sólo para terminar, sin exageración; desde la tribuna hasta el lugar que le fue asignado, Roque Barreto se demoró diez minutos para Ilegar, pues la Cámara y la Mesa Directora se arrojaron encima de él en abrazos que nunca terminaban.

Haroldo casi Iloró, él que fue el descubridor de Roque como carnavalesco de los a´nos sesenta. (Carnaval en Montes Claros sólo al estilo de Roque).

Desde el plenario hasta la puerta de la calle, veinte minutos. Ya me estaba olvidando: Roque fue Ilevado para la cámara por Jadir Colares Duarte, el mejor chofer y dueño del más lindo y rico automóvil de la clase bancaria: un Del Rey metálico plateado, nuevo, recién comprado. La TV Globo no sabe lo que perdió, ¿ya imaginó si hubiesen televisado todo, con cuatro o cinco cámaras siguiendo cada detalle?

Felicidades al concejal Milton Cruz por haber ideado el proyecto.